Los alimentos frescos que encontramos en tiendas y supermercados tienen, en su inmensa mayoría un tiempo bastante limitado en el que su consumo es apto. La acción del oxígeno y los microorganismos producen rápidamente cambios de color, olor y sabor en los productos frescos. Gracias, entre otras cosas a la tecnología del vacío, podemos prolongar este tiempo envasando ese producto, bien al vacío, retirándole la mayoría del aire en contacto con el producto (como vimos en este otro artículo de nuestro blog); o bien cambiando los gases (o su proporción) que rodean al producto dentro del envase.
Así, gracias al vacío, en el momento del envasado podemos extraer el aire ambiental a la vez que insuflamos la mezcla de gases deseada para que, a la hora de sellar el envase, la mezcla de gases en el interior sea la que más nos convenga para el producto que estamos envasando.
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El aire está compuesto, por Nitrógeno (N2 78,08%), oxígeno (O220,96%) y dióxido de carbono (CO2 0,03%). El resto lo compone una concentración variable de gases inertes y vapor de agua. Una modificación en esas proporciones puede cambiar notablemente las condiciones de conservación y la actividad respiratoria de los alimentos. A continuación os detallamos los gases empleados en esta técnica y sus propiedades:
La adecuada adición de estos gases da como resultado vidas del producto hasta 2 veces más largas en productos con presencia elevada de agua y hasta 5 veces cuando el porcentaje de agua es menor.
Esta técnica ofrece a la industria alimentaria enormes ventajas:
En Becker Ibérica tenemos una gran variedad de equipos que pueden prestar servicio en estos procesos. Incluso disponemos de una serie especial O2 en el caso de atmósferas de oxígeno, por el desgaste suplementario que supone el empleo de concentraciones de eeste gas.
Si te planteas envasar con atmósfera modificada o ya lo estás haciendo, contacta con nuestros expertos de Becker y encontraremos una solución para mejorar tu proceso.
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